Guerra en la Cisjordania ocupada
En la Cisjordania ocupada, la guerra no cesa. Los colonos israelíes y los soldados continúan atemorizando a las comunidades palestinas en preparación para la anexión. Mientras que en Gaza se anunció un alto el fuego, aquí la violencia diaria persiste. Desde octubre de 2023, la brutalidad del ocupante ha aumentado. La vida en la Cisjordania se ha vuelto casi imposible. La violencia, la desposesión y el parálisis son la norma. La esperanza de un alto el fuego se desvaneció rápidamente, dejando a los palestinos sin salida.
La guerra en la Cisjordania ocupada persiste a pesar de la supuesta tregua en Gaza. Para los palestinos, la realidad es que la violencia diaria no ha cesado. Los colonos israelíes y soldados continúan atemorizando a las comunidades palestinas, impidiendo que accedan a sus tierras para cosechar olivos. Los ataques violentos contra agricultores y sus tierras son cotidianos. El número de víctimas palestinas es alarmante, con más de 7.000 ataques por parte de colonos israelíes y 1.000 muertos, incluyendo 212 niños. La desolación es completa, con más de 10.000 desplazados y 37.237 olivos arrancados de la tierra.
Ataques y desplazamientos en la Cisjordania ocupada
En áreas urbanas, incluso la vida se ha vuelto insufrible. Como residente de Rawabi, una ciudad al norte de Ramallah, también siento el asfixio de la ocupación a diario. Si necesito viajar fuera de mi ciudad para realizar compras, obtener documentos oficiales o cualquier otra tarea, puedo quedarme atascado en un control de seguridad durante horas y nunca llegar a mi destino. Las cuatro puertas de hierro, el torreón militar y el muro entre Rawabi y Ramallah pueden hacer que el viaje de 10 minutos entre Rawabi y Ramallah dure una eternidad. En todo el Cisjordania, hay 916 barreras israelíes, barreras y puertas de hierro, 243 de las cuales se construyeron después del 7 de octubre de 2023. Estas se abren y cierran según el capricho del ejército israelí, lo que significa que un palestino puede quedarse atascado en una barrera durante horas.
La vida en la Cisjordania ocupada se ha vuelto cada vez más imposible, con la violencia y la desposesión que se han convertido en la norma. Además, la falta de acceso a ciudades como Jerusalén, donde los palestinos pueden ejercer su libertad de culto en lugares sagrados, es un golpe adicional. Por lo tanto, la comunidad palestina se siente cada vez más aislada y marginada. En consecuencia, la ocupación no solo afecta la vida cotidiana, sino que también erosiona la identidad y la cultura palestinas. La violencia nocturna, con las incursiones del ejército israelí en hogares palestinos, también es un aspecto destacado de la vida bajo la ocupación. Esto significa que los palestinos nunca están seguros, ni siquiera en sus propias casas.
La ocupación castiga a la vida cotidiana palestina
La vida en la Cisjordania ocupada se ha vuelto cada vez más imposible, con la violencia y la desposesión que se han convertido en la norma. Además, la falta de acceso a ciudades como Jerusalén, donde los palestinos pueden ejercer su libertad de culto en lugares sagrados, es un golpe adicional. Por lo tanto, la comunidad palestina se siente cada vez más aislada y marginada. En consecuencia, la ocupación no solo afecta la vida cotidiana, sino que también erosiona la identidad y la cultura palestinas. Sin embargo, la situación se agrava aún más con la confiscación de tierras, que ha aumentado significativamente después de octubre de 2023. En muchos casos, la tierra confiscada se utiliza para establecer nuevos asentamientos o expandir los existentes. La ocupación ha logrado controlar casi la mitad de la tierra de la Cisjordania, mediante la construcción de asentamientos y la confiscación de tierras de sus propietarios palestinos. Por lo tanto, la esperanza de una vida normal se desvanece, y la comunidad palestina se ve obligada a luchar por su existencia.
La construcción de asentamientos en Cisjordania no es aleatoria, sino que se selecciona la tierra de manera que rodee los pueblos y ciudades palestinos, creando una cinta de asentamientos que impide cualquier forma de continuidad geográfica entre territorios palestinos, así que se frustra el sueño de un futuro estado. Además, Israel ha puesto sus manos en los recursos naturales de Cisjordania, se ha apoderado casi de todos los recursos hídricos, lo que ha asegurado un gran reservorio de agua en Cisjordania para servir la expansión de los asentamientos. Para los palestinos, esto ha sido desastroso, ya que ahora dependen casi en su totalidad de la compañía israelí de agua «Mekorot», que les da cuotas muy pequeñas de agua a las áreas palestinas densamente pobladas, mientras que a los colonos se les da varias veces la cuota palestina por persona. Por lo tanto, la ocupación no solo controla la tierra, sino que también monopoliza los recursos naturales, lo que agrava la situación de los palestinos. En consecuencia, la comunidad palestina se ve obligada a luchar por su supervivencia en un entorno cada vez más hostil. Sin embargo, la situación se agrava aún más con la falta de acceso a la justicia y a los recursos legales, lo que dificulta aún más la lucha palestina por sus derechos.
Un cinturón de asentamientos alrededor de los pueblos palestinos
La sequía estival obliga a los palestinos a comprar agua a precios exorbitantes de Mekorot, mientras que las fuentes y tanques de agua lluvia palestinos son atacados y destruidos. La anexión acelera desde octubre de 2023, y se siente inminente el control de Area C, lo que significaría arrasar pueblos y comunidades palestinas y expulsar a la gente hacia Area A, que solo representa el 18 por ciento de Cisjordania. El proceso de expulsión forzada ya ha comenzado con las comunidades beduinas en estas áreas. Esta es nuestra realidad en Cisjordania, mientras que las conferencias de paz y reuniones afirman la paz en Oriente Medio, pero para nosotros no hay nada que lo respalde.
La ocupación de la Cisjordania continúa siendo un caldo de cultivo de violencia y desposesión, donde los palestinos son objeto de acoso, intimidación y asesinato a diario. Además, la política de Israel de controlar la tierra, el pueblo y los recursos ha sido rechazada durante décadas, lo que ha llevado a una guerra constante contra la población palestina. Por lo tanto, la única forma de lograr la verdadera paz es reconocer la ocupación y poner fin a ella. Sin embargo, la realidad en el terreno es que la guerra sigue siendo una constante, y la comunidad palestina se ve obligada a luchar por su supervivencia en un entorno cada vez más hostil.
La ocupación sigue siendo la raíz del conflicto.



